Entrevistas y artículos
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En agosto de 2010 se publicó en el periódico digital de Zaragoza “Aragóndigital.es” esta “Hagiografía” de Ricardo Vázquez-Prada, firmada por Luis García Nieto:
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“9-8-2010. ¿Puede cambiar la vida de un sujeto por no lograr saltar el “plinto”? Para los pocos avezados en aparatos gimnásticos les diré que éste es de madera, con módulos apilables y superficie almohadillada.
Se salta cogiendo carrera, apoyando las palmas de las manos y hay que lograr atravesarlo sin dejarse los huevos en el intento. Pues sí, conozco a uno, precisamente mi amigo san Ricardo. Tenía que hacer milicias universitarias y para acceder a ellas, saltar obligatoriamente el famoso plinto. Tras varios intentos no lo logra y los militares de entonces, con esa gallardía que les daba el uniforme, lo rechazan y sirve a España haciendo la mili como cada hijo de vecino. ¡Qué alférez perdió España por unos pocos centímetros!
Estudia Derecho en Barcelona y viene a nuestra city a servir a la patria. Más tarde estudia Periodismo en Madrid y se queda a vivir junto al Ebro. Ya lo tenemos aquí instalado gracias al famoso artilugio gimnástico. Por otra casualidad empieza a trabajar en Heraldo de Aragón, tras entrevistarse con el entonces director Antonio Brunet. En sus 30 años en la misma empresa menos barrer el local hace todo: crónica literaria, taurina, información general, cubre acontecimientos políticos…Como reconocimiento a su vida profesional sus compañeros lo eligen presidente de la Asociación de la Prensa. Antes de esto había colaborado en La Vanguardia, La Hoja del Lunes de Barcelona y La Región de Oviedo. Ricardo es periodista.
Es autor de una docena de libros publicados. Novelas: “Tres de cuadrilla”, “Los inocentes de Ginel”, “Maurice, sinfonía de un ejecutor” y “Un sendero entre las hayas”. Se atrevió con la osadía que le caracteriza a publicar “La ciudad del viento”, donde contaba con mucho desparpajo acontecimientos en una ciudad francesa que se parecía mucho a Zaragoza. Por ello pudo perder la cabeza, más mi santo la tiene muy bien atornillada al tronco y ni el cierzo ni otros “fenómenos” lo lograron. Visto esto, reincidió con “Retorno a la ciudad del viento”, nadie logró derribarlo. Más novelas, monografías y el ensayo “Albert Camus o la pasión de Sísifo”. Ricardo es escritor.
Muy recientemente, y ya siendo abuelo, se apunta a la poesía, que siempre le ha acompañado. “En el surco presentido de tu ausencia, huella de sal y azufre en mi quebranto, dibujo la sombra amarga de tu rostro mientras la luna ladra”. O “Toro de hondas raíces, cabeza de minotauro, cola de serpiente amarga en los vaivenes de esparto”. Ricardo es poeta. Todos estos versos bien amarrados los canta acompañándose de su guitarra, su hijo le acompaña. Ricardo es cantante. Bueno, Ricardo, cuando seas pequeño, ¿qué querrás ser?, le pregunto. “Mi sueño sería formar parte de la cuadrilla de José Tomás”. Pues date prisa, amigo, que parece que quieren quitar los toros. Ricardo es un torero.
Posdata: ¿Se puede ser tantas cosas sin haber saltado el plinto?, me pregunto.”
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En “La Depêche du Midi”, de Toulouse:
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En el periódico de Toulouse “La Depêche du Midi” del martes 5 de agosto de 2008 se publicó el siguiente artículo, en vísperas de la celebración del “Salón del libro” de Tarascon (Ariége, Francia) el 15 de agosto (traducido aquí al español):
“Ricardo Vázquez-Prada, en Tarascon.- Un gran señor de la literatura española contemporánea será uno de los invitados privilegiados del Salón del libro de Tarascon, el 15 de agosto. Nacido en 1942 en Barcelona, periodista, crítico de arte, escritor, editorialista del periódico “Heraldo de Aragón”, Ricardo Vázquez-Prada es también un gran especialista en el ambiente taurino, que ha puesto en escena magníficamente en una novela aparecida en Francia en 2007, “La Cuadrilla”. Pero una obra más reciente, aparecida en junio en las ediciones “L´insomniaque” en la traducción francesa, ha de despertar el interés del público, “Dans un village d´Aragon dont je ne veux pas rappeler le nom”. Este libro narra cómo en julio de 1936 la llegada de las tropas franquistas precipitará en el horror a un pueblo aragonés. Si el pueblo de Ginel es una ficción, la narración se inspira muy fielmente en los acontecimientos ocurridos a partir de julio de 1936 en un pueblo aragonés…En su conferencia en francés, Ricardo Vázquez-Prada abordará ese mismo tema doloroso: “Mi punto de vista sobre la II República y la guerra civil española”. Françoise Blasco-Takali, su traductora en francés, le acompañará para responder a las preguntas del público acerca de su tarea, poco conocida y sin embargo esencial en el mundo de la edición”.
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En el número fechado el 24 de octubre de 2008 de “Toros” de Nimes, la revista taurina más antigua de las que se editan en Francia y una de las más prestigiosas, se publicó una larga entrevista que realizó a Ricardo Vázquez-Prada Miguel Darrieumerlou, presidente de la Asociación de Críticos Taurinos Franceses, cuya traducción al español, en sus extremos más destacados, es la siguiente:
“Ricardo Vázquez-Prada, le conteur (el narrador) de la fiesta”
“Periodista, escritor, conferenciante… y aficionado exigente, Ricardo Vázquez-Prada no podía escapar un día a estas columnas. Por su obra relacionada con la tauromaquia, desde luego, periodística y literaria, e igualmente por su facundia, su humor, su inmensa cultura, sus talentos de narrador…Encuentro con un hombre de letras que lo abarca todo, aficionado desde la cuna.
“Comencé a ser aficionado gracias a mi padre, que era periodista en Barcelona. Era subdirector de un periódico denominado “La Prensa”. En casa recibíamos dos entradas para acudir a la plaza Monumental. Desde mi primera infancia mi padre me llevaba a ver la corrida. Me decía que habíamos visto juntos a Manolete en Barcelona. Nací en 1942, y por tanto es posible, pero no me acuerdo. Me decía también que cuando yo era muy pequeño me dormía durante la corrida, pero que le decía que tenía que despertarme cuando se dieran naturales. Mi padre era un buen aficionado y me había explicado ya el valor de los naturales. No ejercía la crítica, pero realizaba entrevistas en torno a la corrida para el periódico”.
Ricardo Vázquez-Prada Oñoro nació, pues, en Barcelona en octubre de 1942. Se licenció en Derecho y más tarde obtuvo el diploma de la Escuela de Periodismo de Madrid. Completó sus estudios en las Universidades de Estrasburgo, Friburgo (Alemania) y Trieste (Italia). Preparado, pues, para la escritura, empieza a colaborar en La Vanguardia y la Hoja del Lunes de Barcelona, la Región de Oviedo… y en 1967 se incorpora a la redacción de Heraldo de Aragón, el gran periódico de Zaragoza, donde llega a ser responsable de la información nacional e internacional. Hasta junio de 2003, fecha en la que se corta la coleta como periodista, publicó más de cuatro mil editoriales, así como miles de artículos, reportajes, entrevistas, críticas musicales, literarias o artísticas… En definitiva, una vida bien colmada como periodista. Será también, y sobre todo en lo que nos concierne, el crítico e informador taurino de Heraldo de Aragón, de 1971 a 2003. Treinta y dos años en los que cubrió la actualidad de la tauromaquia en Zaragoza y en el norte de la Península e igualmente en las principales ferias españolas, con una atención particular hacia los toreros aragoneses…
“Me apasionaba. Y me apasiona todavía. Se trata verdaderamente del “planeta taurino”, un mundo diferente, un planeta aparte. Lo que me gusta mucho también de la corrida es que comienza a convertirse en algo no políticamente correcto. Me gustan las gentes que no corresponden a la norma, a la normalidad. Este mundo es muy atrayente, sobre todo para un escritor, a causa sobre todo del lenguaje que se emplea. Es un lenguaje fascinante. Incluso el peor de los toreros es un artista. Y, en esa condición, estos artistas son capaces de inventar un lenguaje propio. ¡Ellos son los que inventaron el surrealismo, antes de André Breton! ¿Cuántas frases geniales han sido pronunciadas en este medio? De una forma natural, comencé, pues, a hacer crítica taurina, y no es algo fácil, hay que emplear la palabra justa y adaptada, con una precisión absoluta, al lenguaje taurino. Ello te obliga a perfeccionarte”.
“Mi técnica particular, para conocer a fondo la fiesta, fue la de trabar amistad con banderilleros, generalmente de más de cincuenta años. No son los matadores los que te pueden contar este medio. He sido muy amigo, por ejemplo, de Gerardo Jordán “Blanquito”, que fue el mejor banderillero aragonés de su época, en los años 1960 y 1970. Estuvo (en la cuadrilla) con el Cordobés, con Antoñete… Era muy valorado. Para mi era fantástico ser su amigo. En la plaza me explicaba todas las sutilezas de la lidia, el desarrollo técnico de la corrida. También gracias a la amistad de Manolo Cisneros, un gran amigo desde hace al menos treinta años, que ha sido el apoderado de Curro Romero durante largo tiempo, así como de Esplá, el Viti, Antonio Ordóñez…Y durante diez años fue gerente general de la Casa Balañá, el gerente de cuarenta plazas de toros. Es un hombre muy culto, que me ha enseñado igualmente muchas cosas, muchas historias acerca de la corrida. Nos vemos dos o tres veces por semana y hablamos todo el tiempo de toros, evidentemente. Y de una forma natural, al escuchar todas esas historias, esas aventuras, comencé a escribirlas en cuentos y novelas”.
Su primera obra publicada, “Tres de cuadrilla”, novela taurina, se convirtió en un éxito. No está mal para un primer intento. Terminó de escribirla en 1986 y envió el manuscrito a la gran editorial Espasa-Calpe, en la que no conocía a nadie. Unos días más tarde, el director general, Ricardo López de Uralde, le llamó y le pidió que viajara a Madrid para hablar de la novela. Así lo hizo y a su llegada a la estación le esperaban José Carlos Arévalo y José Antonio del Moral, que eran entonces los consejeros taurino-literarios de Espasa. El director le habló de editar (la novela), de traducirla al francés y de rodar una película…No hubo película, pero el libro funcionó bien, fue reeditado…y traducido al francés por Helène Barnoncel, en 2007. Ha sido Antonio Arévalo, el hijo de José Carlos, (que dirige una muy joven editorial en Burdeos, “Culture Suds”). Novela de viaje iniciático, narra las pintorescas aventuras de un trío de maletillas que de capeas a casas de tolerancia, de tientas a visitas furtivas a gallineros -¡hay que comer!- van a intentar la aventura del toro. La obra me gustó mucho en español, su traducción francesa no me ha decepcionado…
“La primera idea de esta novela tiene su arranque en una cena con José Luis Marca. Un personaje que todo el mundo conoce en el mundillo taurino, y que es de Zaragoza. Le conozco desde mi llegada a esta ciudad para trabajar en Heraldo, en 1967. Le llaman “El Bocas”… ¡Porque siempre habla! Me contó que en los años 50, con otros dos compañeros, salieron de Zaragoza para hacer las capeas de Aragón, la Rioja, Navarra, Salamanca… para intentar llegar a ser toreros. Los tres eran de familias muy modestas. Se denominaban “Los tres mosqueteros”, como en la historia. El que en la novela se llama Pedro García “Lagartijo” está directamente inspirado en José Luis Marca. Y él lo sabe, por otra parte. Otro, el que triunfa, es Juan Gómez “Maravilla”, y el que lo cuenta todo, “Rayito”. Estos dos últimos son varios toreros mezclados; hay un poco de Raúl Aranda, un poco de Juan Ramos, un poco de Justo Benítez, de Luis Francisco Esplá… en suma, toreros a los que he conocido y tratado, que me han contado cosas. El día de confirmación (de alternativa) en Madrid de “Maravilla” es exactamente lo que le ocurrió a Raúl Aranda, que cortó dos orejas en las Ventas, enfrentado a toros de Galache. Yo estuve allí”.
“Lo que otorga un aire de veracidad a lo que escribo –aunque es el lector quien debe decirlo- es que he pasado interminables horas escuchándoles (a los toreros). Y cuando llegaba a mi casa, escribía lo que había oído decir a esos toreros. Es como si hubiera puesto en marcha un magnetofón. Hay algunas pistas, en cuanto a los datos (en la novela), como la muerte de Paquirri en Pozoblanco en 1984, y la del Yiyo, al año siguiente. Al principio es Rayito quien habla en primera persona, pero casi al final hablo en tercera persona, para explicar las cosas desde el punto de vista del autor. Los lectores no se dan cuenta”.
Desde entonces Ricardo Vázquez-Prada no ha cesado de publicar, en especial en torno al tema taurino: “Braulio Lausín, Gitanillo de Ricla, un león en los ruedos” (1998), la biografía del diestro aragonés (1898-1967); “Toreros aragoneses” (1999), una historia de los matadores nacidos en Aragón; varios libros de cuentos y de relatos, y además una biografía de Gaspar Sanz, célebre compositor y genio de la guitarra, aragonés del siglo XVII, y además una serie de novelas de distinto signo. Entre los libros de relatos, destacaría “La ciudad del viento” y “Retorno a la ciudad del viento”, cuyo escenario es Ventjaloux, ciudad imaginaria del Sudeste francés: “¡Un lugar donde hay viento y celos (envidia)! ¡Al cambiar los nombres evito de ese modo ir a prisión!”. Un relato, en particular, destaca por su humor y realismo al poner en escena al “Innombrable”, en francés “L´Innommable”. Un cuento inspirado en un periodista y escritor taurino, hoy fallecido, conocido por ser un trincón de categoría y reputado por transmitir la mala suerte. Cruzarse con él o citar tan sólo su nombre, de ahí su apodo, provocaba irrevocablemente la desgracia. Tocando madera y cruzando los dedos, revelaremos simplemente sus iniciales:” (nota del traductor: el asustado traductor no se atreve a escribirlas aquí por si acaso, ya que es bien sabido que el mal fario se transmite desde el más allá, no vaya a ser que explote en este mismo instante el ordenador alcanzando mortalmente al autor de la traducción).
En la imposibilidad de citar toda la obra literaria de Ricardo Vázquez-Prada, quisiera destacar el notable prólogo que nuestro autor ha escrito para la obra de José Luis Gran Gallego “Romito”, “Ilusiones y quimeras. Ser torero en las capeas” (Huerga y Fierro Editores. 2007). “Romito”, aragonés de Zaragoza, intentó la aventura de las capeas a principios de los sesenta y debutó como novillero con picadores. Después, desde 1972 a 1997, fue banderillero, en especial en la cuadrilla de Raúl Aranda. “Ilusiones y quimeras” es, pues, la narración de sus aventuras de maletilla, vividas al lado de Miguel Márquez, Palomo Linares, Dámaso González… y la obra es valiosa por su torería, justo en el camino abierto por “La cuadrilla”. El reflejo exacto de un mundo ya desaparecido, el de las capeas, de acusados colores e incidentes, suplantadas ahora por las menos románticas escuelas taurinas.
Conferenciante de prestigio (fue invitado por el Centro Cultural de España en la Habana, en Cuba, para pronunciar una conferencia sobre la vida y la obra de Hemingway, pero sus intervenciones son incontables), habla perfectamente el francés. Sus estudios en Francia, y el hecho de que su esposa sea francesa, han tenido mucho que ver en ello. El placer del diálogo se prolonga así en su compañía. Su opinión acerca de la evolución de la corrida es interesante…
“Tenemos problemas en el momento actual en España. El problema enorme es que la juventud, en general, no se interesa por los toros. La juventud española se opone incluso a menudo a la fiesta brava….Habría que explicar la corrida a los jóvenes y eso es algo que los taurinos no saben hacer. Viven al día y no ven más lejos. No llegan a entender que hay que sembrar para cosechar después. Sobre todo las grandes empresas, como Canorea, Lozano, Chopera, Balañá… No les interesa. El dinero hoy, y mañana ya se verá. Es un enorme error… Los jóvenes no ven que junto a la muerte del toro hay arte…. Habría que explicar los valores de la corrida, la tradición, la historia, el arte, la estética y eso no se explica bien, sobre todo en la Universidad. El problema, por tanto, es el futuro…En muchas redacciones (de medios informativos) españolas existe una especie de rechazo de cuanto concierne a la fiesta de los toros”.
Si ha admirado el toreo de Rafael de Paula –en su opinión, es el que mejor ha toreado a la verónica- o el de Antonio Ordóñez, el torero completo, su torero, ha sido Santiago Martín “El Viti”. Y en el momento actual, José Tomás…
Las trayectorias de Sebastián Castella y de Juan Bautista le interesan también, un poco más la del arlesiano, que le recuerda a El Viti…
La presencia de presidentes (de plazas) que son policías no le gusta: “El Estado no tiene nada que hacer en este terreno. Son los aficionados quienes deberían gestionar la corrida. Dependemos del Ministerio del Interior pues durante el régimen franquista tenían miedo de las gentes que se reunían. Y también, es un decir, para mantener el orden público… pero nunca ha ocurrido nada en una plaza de toros. No es el fútbol. ¿Por qué el presidente de la corrida es un policía? ¿Por el hecho de ser policía se conoce ya la corrida? A la mayoría de ellos les importa un bledo, pero les gusta porque queda bien…”.
Enamorado para siempre de la fiesta brava, Ricardo Vázquez-Prada la defiende con vehemencia:
“La corrida es un mundo diferente, un mundo fascinante, junto a un mundo convencional. Gentes que arriesgan su vida con una finalidad estética, eso no se encuentra en ninguna otra parte…La gran lección de vida, para mi, consiste en que el torero mira a la muerte de frente. Es una lección filosófica….Mirar a la muerte de frente. Con dignidad. ¿Cuántos toreros no tienen necesidad de torear para ganarse la vida? Y sin embargo siguen ahí. No de una manera idiota, sino buscando siempre la estética.
Miguel Darrieumerlou”.
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